domingo, 26 de diciembre de 2010

Rumbo a las Vegas


Por segundo año consecutivo le enviamos un email a Santa para que hiciera una parada en nuestra casa una semana antes de tiempo y por segundo año consecutivo, accedió -en el fondo le hacemos un favor, así tiene una casa menos en Nochebuena. Con el tiempo que ganamos, nos hicimos el probablemente último gran viaje de nuestra aventura estadounidense. Los destinos: Las Vegas y el Gran Cañón del Colorado.

El viaje no empezó bien meteorológicamente hablando. Salíamos a las 7 de la tarde desde Chicago y había estado nevando todo el día. A medida que nos acercábamos a la puerta de embarque, veíamos que casi todos los vuelos tenían una o dos horas de retraso, y debo reconocer que cuando vi que nuestro vuelo saldría a tiempo esbocé una pequeña sonrisa interior mientras pensaba "je, je, pardillos...". Poco imaginaba lo que teníamos por delante: primero, esperar a que ducharan el avión con una dosis de anticongelante y después hacer una cola eterna para despegar en la única pista que quedaba abierta al tráfico. El problema es que como tardamos tanto en salir se congelaron las alas... y al "aparcamiento" otra vez, a esperar a que nos tocara nuevo turno de ducha. Después, una nueva cola para salir y, por fin, TRES HORAS MÁS TARDE DE LA HORA, a despegar. Moralejas: no voléis con nieve si no es imprescindible y jamáis os riáis de los retrasos ajenos.

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