Una vez recorridas todas las veigas de Nevada, nos dispusimos a visitar una de las maravillas no ya del país, sino del mundo mundial, el Gran Cañón del Colorado. Así que, con el depósito de nuestro Camry lleno y el GPS a punto, emprendimos viaje.
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El Parque Nacional del Cañón está a unas cinco horas al este de Las Vegas, pero la primera parada está a tres cuartos de hora. Se trata de la presa Hoover, una de las más grandes del mundo y además famosa porque fue la que Lex Luthor intentó cargarse en Superman I.
Después de las fotos de rigor seguimos camino, pero al llegar a Kingman decidimos dejar la Autopista y seguir por la Ruta 66, así medio en plan me-gusta-conducir, medio homenaje a Pedro y a su peli favorita: Cars. Para los que tengáis hijos pequeños a los que les guste la peli (sí, los nietos también valen, jefa), en ese tramo de la mítica carretera está el pueblo -Peach Springs- en cuya localización geográfica se inspiraron para colocar Radiador Springs. Cuando llegamos nos llevamos un pequeño chasco, porque esperábamos encontrar un pueblo antiguo y decadente, pero sólo encontramos un restaurante/hotel/spa y un reformatorio. Bueno sí, y unas chabolas prefabricadas para los indios Hualapai, porque el "pueblo" está situado dentro de la reserva.
Después de reponer fuerzas seguimos camino, con rectas interminables y con paisajes sorprendentemente variados, desde el desierto de los westerns clásicos hasta los bosques de abetos nevados en Williams, donde paramos a cenar y dormir.
A la mañana siguiente, después de una hora más de camino, llegamos al Grand Canyon National Park. Una vez allí hicimos una ruta en coche hacia el este, parando en los miradores que había por el camino y simplemente se nos cayeron las mandíbulas al suelo al contemplar tanta belleza.
Bueno, a modo de resumen os dejamos unas imágenes del viaje. Si tenéis cuatro minutos libres, claro.